Por James A. Hall
El siguiente documento es un segmento del libro del analista norteamericano James A. Hall La experiencia jungiana: análisis e individuación (1995), Santiago de Chile: Editorial Cuatro Vientos, pp. 80-82)
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Al analizar la esquizofrenia, Jung sugirió
dos grandes categorías: 1) la situación donde una estructura consciente normal
es avasallada por una presión excesiva del inconsciente, y 2) la situación
contrastante en que una cantidad corriente de presión del inconsciente podría
avasallar una estructura del ego excesivamente débil. Esto permite examinar la
esquizofrenia, y por lo tanto la neurosis y otros desordenes psicológicos
menores, en términos de una proporción terapéutica.
Si el ego es de fuerza mediana y el inconsciente
no está excesivamente activado, el resultado sería un nivel razonable de salud psicológica.
La proporción de fuerza del ego a la presión del inconsciente seria mayor a
uno. Si fuera el caso opuesto, la presión del inconsciente mayor que la fuerza
del ego, la proporción seria menor a uno; dando por resultado alguna forma de
desorden mental, que iba desde una angustia mediana, pasando por una neurosis
hasta una grave enfermedad mental.
Un aumento en el numerador (fuerza del
ego) incrementa la proporcion terapeutica. Esto puede ocurrir mediante la
psicoterapia de apoyo corriente, en sesiones analíticas más frecuentes, o quizás
a través del apoyo externo mas extremo, la hospitalizacion.
El denominador de la proporción terapéutica
puede ser disminuido, alterando nuevamente el equilibrio hacia la estabilidad (proporción
mayor que uno), mediante la disminución de la presión inconsciente. Esto puede
hacerse a veces mediante una psicoterapia que conduce ya sea a un insight o a
una voluntad de tolerar la angustia o la depresión. La presión del inconsciente
también puede ser reducida en forma eficaz mediante medicamentos, que deberían
usarse el menor tiempo posible.
Una comprensión de la proporción terapéutica,
según se desprende del modelo junguiano de la esquizofrenia, permite dar un
enfoque racional al uso de medicamentos en el análisis junguiano.
Algunos junguianos han tornado la posición
extrema de que no debería usarse ningún medicamento en análisis, porque interfieren
con el "traspaso" de la enfermedad que debe hacer el paciente para
lograr el entendimiento oculto en el cuadro sintomático. Yo no creo que este
extremismo anti-fármacos sea correcto, funcional, ni humano. Los medicamentos
pueden ser de gran ayuda para el avance del análisis junguiano cuando se usan
en forma razonable y experta.
Existe un rango normal de vigilancia
mental que si se exagera puede convertirse en angustia. Por el contrario,
demasiado poca vigilancia produce letargo. En el término medio de la alerta —más
que letargo y menos que angustia— puede hacerse un trabajo analítico muy útil.
Si la angustia excesiva lleva al analizando sobre el rango útil de vigilancia, el uso
mesurado de tranquilizantes puede devolver el rango normal, permitiendo
proseguir el análisis. Igual lógica se aplica a la depresión excesiva, que
mediante una medicación cuidadosa puede a menudo volver a su rango promedio
para facilitar un trabajo psicológico útil y productivo.
Hay menos razón aun para cuestionar el uso
de drogas antipsicóticas cuando son necesarias.
Los analistas junguianos que también son médicos,
varían en el uso de medicamentos en concurrencia con el análisis. En mi caso particular
uso muy pocos medicamentos, quizás sólo en un diez por ciento de mi práctica.
Los analistas que no son médicos trabajan a menudo con un médico o con un
medico analista cuando se necesita usar medicamentos. Todo lo que ayuda también
puede hacer daño. El analizado debe asumir la responsabilidad de usar las
medicinas según le son prescritas, a fin de minimizar el peligro de efectos
colaterales indeseados.
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