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Cada vez que el perro negro aparecía, me sentía vacío y la vida parecía ir más despacio.
Sin ninguna razón y en cualquier momento, podía sorprenderme con su visita.
El perro negro me hacía parecer y sentir más viejo de lo que era.
Cuando el resto del mundo parecía estar disfrutando de la vida, yo sólo podía verla través del perro negro.
De repente, las actividades que normalmente me daban placer, ya no me interesaban.
Le gustaba arruinarme el apetito.
Masticaba mi memoria y habilidad para concentrarme.
Si quería hacer algo o ir a algún lado con el perro negro, necesitaba una fuerza sobrehumana.
En situaciones sociales, él olfateaba cualquier confianza que tuviera y la ahuyentaba.
Mi mayor temor era ser descubierto. Me preocupaba que la gente me juzgara.
Debido a la vergüenza y al estigma del perro negro, yo estaba constantemente preocupado de que me descubrieran. Por lo que invertía una gran cantidad de energía en ocultarlo. Mentir para ocultar tus emociones es agotador.
El perro negro podría hacerme pensar y decir cosas negativas.
Podía transformarme en una persona irritable y hacer difícil para los demás estar cerca de mí.
Podía llevarse mi amor y enterrar mi intimidad.
Por sobre todas las cosas, le encantaba despertarme con pensamientos sumamente repetitivos y negativos. También le gustaba recordarme lo agotado que iba a estar al día siguiente.
Tener un perro negro en tu vida no se trata de sentirte un poco abatido o triste... sino de sentirte totalmente desprovisto o vacío de sentimientos.
A medida que fui creciendo, el perro negro se hizo más grande... y comenzó a estar a mi alrededor todo el tiempo.
Yo intentaba ahuyentarlo con cualquier cosa que pensaba que lo haría irse corriendo.
Pero con mucha frecuencia, él me caía encima y salía airoso. Decaer se hizo más fácil que levantarme de nuevo.
Así que me convertí en alguien muy bueno para auto-medicarme... lo que en realidad nunca me ayudó.
Con el tiempo me sentí totalmente aislado de todo y de todos.
El perro negro había por fin logrado secuestrar mi vida. Cuando se pierde toda la alegría en la vida, uno puede comenzar a preguntarse qué sentido tiene.
Afortunadamente, ese fue el momento en que busqué ayuda profesional. Este fue el primer paso hacia la recuperación y un importante punto de inflexión en mi vida.
Aprendí que no importa quién seas, el perro negro afecta a millones y millones de personas; es algo que le puede suceder a cualquiera.
También me enteré de que no existe un único remedio o una píldora mágica. Los medicamentos pueden ayudar a algunos, mientras que otros pueden necesitar un enfoque completamente diferente.
También aprendí que ser emocionalmente genuino y auténtico con los que están cerca de ti, puede ser un poderoso factor de cambio.
Lo más importante es que aprendí a no tener miedo del perro negro y hasta le enseñé algunos trucos nuevos por mi cuenta.
Cuanto más cansado y estresado estás, más fuerte ladra, por lo que es importante aprender a acallar y relajar tu mente.
Está comprobado clínicamente que el ejercicio regular puede ser tan efectivo para tratar la depresión leve como los antidepresivos. Entonces, sal a pasear o a correr y dejar atrás a la bestia.
Lleva un diario sobre tus estados de ánimo; anotar tus pensamientos en un papel puede ser muy catártico y a menudo ayuda a ver con más claridad. También mantén un registro de las cosas por las que debes estar agradecido.
Lo más importante para recordar es que no importa cuán difícil se ponga la situación... si tomas las medidas adecuadas y hablas con la gente adecuada, los días del perro negro pasarán.
No voy a decir que estoy agradecido con el perro negro, pero él ha sido un maestro increíble. Me obligó a reconsiderar y simplificar mi vida. Aprendí que más que huir de los problemas es mejor abrazarlos.
El perro negro va a ser siempre parte de mi vida, pero ya nunca volverá a ser la bestia que era.
Tenemos un acuerdo. A través del conocimiento, la paciencia, la disciplina y el humor aprendí que se puede curar al peor perro negro.
Si estás en dificultades, nunca tengas miedo de pedir ayuda. No hay absolutamente nada de que qué avergonzarte. La única verguenza es perderse la vida.
Depresión. Pide Ayuda. Acéptala.
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