Sobre este Blog

Buena parte de los pacientes que nos llegan a los analistas junguianos, psicoanalistas, psicólogos, psiquiatras y médicos, padecen de depresión. No es raro que esto suceda si se tiene en cuenta que unos 350 millones de personas sufren de esta enfermedad en el mundo. La depresión reduce la capacidad de las personas para enfrentar los retos de la cotidianidad, y ocasiona el deterioro de las relaciones familiares, laborales y sociales. Dentro de las causas para desencadenarla se combinan múltiples factores: genéticos, biológicos, psicológicos y sociales. También pueden contribuir a gestarla situaciones difíciles de la vida, como los duelos de todo tipo, el desempleo, el abuso temprano, los conflictos familiares. Los tratamientos que se recomiendan son igualmente variados, desde modificaciones en el estilo de vida para los casos más leves, hasta los psicoanálisis (no sólo junguianos), psicoterapias y medicamentos, en casos más severos. A pesar de lo anterior, se trata aún de una enfermedad muy poco conocida. Este blog intenta contribuir a divulgar información sobre ella, desde todos los enfoques; pensamos que una crisis mundial como esta necesita de todo tipo de miradas. Hasta la de humor...

sábado, 31 de enero de 2015

¿Todavía estamos en la 'era de la ansiedad'?

Por Daniel Smith - 15 de enero 2012 – New York Times
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                                                 Traducido del inglés por Juan Carlos Alonso

Es difícil creer que alguien más, fuera de los estudiosos de la literatura moderna o los críticos pagados, hayan leído el poema dramático de W.H. Auden ''La edad de la ansiedad'' hasta el final, a pesar de que ganó el Premio Pulitzer en 1948, el año de su publicación. Es un trabajo difícil - alusivo, alegórico, a veces surrealista. Pero más que nada, es aburrido. Los personajes se encuentran, beben, hablan y caminan; luego beben, hablan y caminan un poco más. Lo hacen durante 138 páginas; a continuación, se van a casa.

Sin embargo, el título de Auden señala: la gente lo había hecho consciente. Desde el momento de su aparición, la frase se ha utilizado para caracterizar la conciencia de nuestra era, la conciencia de todo lo peligroso del mundo moderno: la degradación del medio ambiente, la energía nuclear, el fundamentalismo religioso, las amenazas a la privacidad y a la familia, las drogas, la pornografía, la violencia, el terrorismo. Desde 1990, ha aparecido este término en el título o subtítulo de al menos dos docenas de libros sobre temas que van desde la ciencia hasta la política, la crianza de los hijos, el sexo (''Sexo alucinante en el mundo real: consejos para hacerlo en la era de la ansiedad''). Como una pegatina en el parachoques del mundo occidental, la ''era de la ansiedad'' ha estado omnipresente durante más de seis décadas.

Pero, ¿es correcta? Yo, como alguien que ha luchado con la ansiedad crónica durante muchos años, tengo mis dudas. Por un lado, cuando se han soportado los agravios de la ansiedad durante un tiempo suficiente - uñas comidas y axilas empapadas en sudor, hiperventilación y ataques de pánico paralizantes - llamar al siglo XX ''la era de la ansiedad'' comienza a sonar parecido a llamar el 1siglo XVII ''la Era de la Migraña'': es lo metafórico que no tiene sentido.

Desde la perspectiva de una persona que sufre, la ansiedad es siempre y absolutamente personal. Es una experiencia: una coloración en la forma en que uno piensa, siente y actúa. Es un pequeño monstruo capaz de manejar esos trucos monótonos como el de paralizarlo mientras prepara la ensalada, convenciéndolo de que la elección entre el queso azul y la vinagreta es tan grave como la que existe entre la vida y la muerte. Cuando estás en la intimidad de algo tan monumentalmente subjetivo, es difícil pensar en términos de épocas.

Y sin embargo, es innegable que la nuestra es una época en la que un número enorme y creciente de personas sufren de ansiedad. Según el Instituto Nacional de Salud Mental, los trastornos de ansiedad afectan ya a un 18 por ciento de la población adulta de los Estados Unidos, o sea unos 40 millones de personas. En comparación, los trastornos del estado de ánimo - la depresión y la enfermedad bipolar, principalmente - afectan al 9,5 por ciento. Eso hace que la ansiedad sea la queja psiquiátrico más común por amplio margen, y por la cual estamos cada vez más medicados. Durante la primavera pasada, la firma de investigación de drogas IMS Health publicó su informe anual sobre el uso farmacéutico en los Estados Unidos. El alprazolam, medicamento contra la ansiedad - más conocido por su nombre comercial, Xanax - completó 46,3 millones de recetas en 2010. Ninguna otra droga psiquiátrica lo igualó entre las 25 primeras.

El hecho de que nuestra ansiedad está muy diagnosticado y medicada, sin embargo, no significa que estemos más ansiosos que nuestros antepasados. Podría significar simplemente que estamos mejor tratados - que somos, como individuos y como cultura, más conscientes de la tendencia de la mente a salirse de control.

En épocas anteriores la gente puede haber estado aún más nerviosa que en la nuestra. La Europa del siglo XIV, por ejemplo, experimentó hambrunas devastadoras, olas de saqueos mercenarios, revueltas campesinas, agitación religiosa y una plaga que acabó casi con la mitad de la población en cuatro años. La evidencia sugiere que todo esto dio lugar a convulsiones masivas de ansiedad, un período de tormento psíquico en el que, como un historiador ha dicho, ''cuanto más se sabía, menos sentido tenía el mundo''. Tampoco la presencia monolítica de la Iglesia ayudaba necesariamente; incluso podría haber empeorado las cosas. Una firme creencia en Dios y en el cielo era casi universal, pero también lo era una creencia firme en sus opuestos: el diablo y el infierno. Y nunca se podía estar seguro de la dirección a la que uno se dirigía.

Es difícil imaginar que la ansiedad que tenemos esté siquiera cerca de algo tan extremo como en el pasado. Sin embargo, hay un aspecto de la ansiedad que claramente tenemos más de que nunca: la auto-conciencia. Los habitantes de épocas pasadas pueden haber sido sacudido por los nervios, pero ninguno de la manera en que nos obsesiona ahora. De hecho, la ansiedad no se consideraba una enfermedad. La ansiedad no surgió como un concepto psiquiátrico coherente hasta principios del siglo XX, cuando Freud lo destacó como ''el punto crucial en el cual las preguntas más diversas e importantes convergen, un enigma cuya solución estaría obligada a lanzar un torrente de luz sobre el conjunto de nuestra existencia mental.''

Después de eso, el número de pensadores y artistas que trataron de resolver este enigma aumentó exponencialmente. Para 1977, el psicoanalista Rollo May la señalando en una cantidad de trabajos, libros y estudios sobre el tema. ''La ansiedad'', escribió, ''ha salido sin duda de la penumbra del consultorio profesional a la brillante luz del mercado.''

Nada de esto quiere decir que la nuestra sea una era serena. Obvio que no lo es. Sin embargo, no debemos ser posesivos con nuestras incertidumbres, ante todo porque una de las características dominantes de la ansiedad es su recursividad. La ansiedad comienza con una sola preocupación, y cuanto más se concentre uno en esa preocupación, más poderosa se vuelve, y uno se preocupa más en esa medida. Una de las mejores cosas que uno puede hacer es aprender a dejarla ir: quitarle por completo poder a la preocupación. Si empiezas a creer que la ansiedad es una conclusión inevitable - si comienzas a creer lo que dicen sobre los tiempos en que vivimos - entonces corres el riesgo de renunciar a la batalla, antes de haberla iniciado.

Vencer la ansiedad

Patricia Ramírez - 29 Jun 2014 – Diario El País, España.
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Conducir, hablar en público, relacionarse con un grupo de personas conocidas, apuntarse a un curso de formación interesantísimo, ir al médico, salir de compras, educar a los hijos, presentarse a un examen, ligar, estar a gusto en una sobremesa con amigos, ver una película en el cine, montar en metro o tranvía, salir a correr o hacer un viaje de ocio. Se trata de situaciones cotidianas, en las que podría disfrutar y aprender, pero que se convierten en un auténtico reto, incluso martirio, para las personas que sufren ansiedad.

Algunos de los síntomas que acompañan a la persona son sensación de ahogo, asfixia, palpitaciones, sudoración, tensión muscular, sequedad de boca, bloqueos mentales, sensación de irrealidad, estado de confusión, olvida palabras o incluso pierde el hilo de la conversación, le cuesta conciliar el sueño, le invade la apatía y tiene hasta ganas de llorar. Su cabeza es como una lavadora centrifugando. Una idea tras otra, los pensamientos se repiten, se agolpan, le cuestionan, le previenen, le amenazan, le hacen sentir que es una piltrafa y que no es capaz de coger el control de su vida. ¡Basta!

Respire, tómese un momento de calma, y lea a continuación cómo ganarle el partido a la ansiedad. Aplicando los siguientes consejos, aprenderá a ponerla en el sitio que le corresponde. Usted puede elegir los pensamientos y las emociones que le convertirán en alguien con recursos. No sea una marioneta de sus emociones. Tiene capacidad para elegir y participar activamente en su vida.

Cambie el foco de atención. Sus síntomas no son los protagonistas, el protagonista es usted. Llega un momento en el que parece el famoso miedo al miedo: solo está pendiente de cómo se comporta su cuerpo, de ver la intensidad con la que se manifiestan sus síntomas de ansiedad y cómo condicionan su vida. Se autochequea, escanea, comprueba sus constantes vitales para decidir si es apto o no para enfrentarse a según qué situaciones. Todo su mundo gira en torno a lo que le ocurre por dentro. Cuanto más centre la atención en lo que no desea que ocurra, más aumenta la probabilidad de que pase. ¿Por qué? Porque le está dando instrucciones al cerebro para que esté pendiente de cualquier señal de alerta. Ha convertido en amenaza señales que no lo son. Su mente ahora está entrenada para buscar palpitaciones, sudoración, ojeras y agobios. Y cuando los detecta, le advierte diciéndole ¡peligro! La señal va rápida al sistema nervioso simpático, y éste se acelera pensando que tiene que protegerle de la fiera. Se prepara para que salga corriendo o luche. Y como nadie lucha con ferocidad estando en estado de calma, le activa en todos los sentidos. El corazón late con vigor, sus músculos se tensan, empieza a sudar y respirar de forma agitada. ¡Ya está!, listo para el combate. Su respuesta es la lógica. Lo que no es lógico es que su mundo sea tan amenazante. Necesita dejar de escanearse.

Consejo: aprenda técnicas de relajación y meditación. ¿Ha probado el mindfulness? Su atención debe estar puesta en lo que ocurre a su alrededor, pero no en lo que resta, sino en lo que le alimenta. Si está pasando una buena tarde en compañía de amigos, observe sus caras, métase de lleno en la conversación, saboree el café y las pastas, fíjese en la temperatura y el paisaje. La vida está ocurriendo a su alrededor. La vida no está en sus respuestas orgánicas. La atención no puede estar en dos temas a la vez. O se fija en lo mal que está, o se centra en disfrutar y vivir su momento. Y si un síntoma da señales, tranquilo, déjelo estar. Pero no hable con él ni le exprese su temor. Es maravilloso tener síntomas, significa que ¡está vivo!

Háblese en otro idioma. El tipo de vocabulario que más utiliza una persona ansiosa para expresarse es algo así como “tengo miedo, estoy agobiado, no puedo, y si…, no estoy preparado, en otro momento, tengo temblor, no podré, lo estoy pasando fatal” y un sinfín de expresiones tendentes al catastrofismo y con las que se siente inseguro e incapaz.

La manera que tiene de pensar y expresarse condiciona sus emociones y su comportamiento. Si expresa que hay amenazas, su sistema nervioso se activa y desencadena la respuesta de ansiedad. Así de fácil. Es la tercera ley de Newton: acción-reacción. Necesita hablarse a sí mismo en otros términos. Lleva tanto tiempo anticipando el fracaso y el peligro, que carece de expresiones y vocabulario adecuado para afrontar las situaciones.

Consejo: ¿quién elige los pensamientos que invaden su mente? Nadie más que usted. Ahora está acostumbrado a relacionarse con un estilo cognitivo tremendista. Pero puede sustituirlo por otro que le permita contemplar el mundo sin ese carácter amenazante. Para modificarlo, tendrá que escribir… Ante la situación temida, anote cómo le gustaría enfrentarse a ella y los pensamientos que le podrían ayudar. No evite pensar en ella, solo acéptela. No es peligrosa, solo algo incómoda.

Desenamórese. No de su pareja, sino de la posesiva ansiedad. Si se da cuenta, se comporta con ella como si hubiera un idilio en plena efervescencia. La observa, la mira, la atiende, incluso habla con ella y de ella a todo el mundo. Su círculo se limita a su ansiedad. Ella decide por usted si puede hacer algo o no. Le ha dado demasiado poder. Mantenga un diálogo para poner distancia, incluso rétela.

Consejo: cada vez que se observe atemorizado por los síntomas, en lugar de verbalizar “no lo soporto, estoy fatal, así no puedo seguir, no saldré nunca de esto”, diga algo como “qué pesadita eres, todo el día con un síntoma por aquí, otro síntoma por allá. Si no te importa voy a leer, trabajar, correr, etcétera, y luego, si me apetece, igual te escucho otra vez. Ahora no es el momento”.

Deje de evitar. Cada vez que sortea lo que teme, se siente relajado, protegido y se conforma en su zona de comodidad. Pero no es el lugar en el que desea estar. Ahí no ocurre nada interesante, salvo tener todo bajo control.

Consejo: propóngase convertirse en un explorador, un aventurero. La vida es para descubrirla, incluso atravesando emociones desa­gradables. Cualquiera que se plantee un reto sabe que habrá momentos de alegría y orgullo y otros de desvanecimiento, pérdida de ilusión, esfuerzo y horas que robarle al sueño. No necesita encontrarse divinamente para dar un paso al frente. Es más, no va a ocurrir así. Tendrá que salir de su zona con dolor de cabeza, con mareos y palpitaciones. ¿Y sabe lo que va a descubrir? Que es capaz de hacerlo, que no es tan dramático como anticipaba y que las emociones desagradables no son incompatibles con la vida cotidiana. Cuanto antes se familiarice con ellas, mejor. A Nadal le gusta jugar al tenis, pero no le debe hacer mucha gracia competir con ampollas en las manos, pero lo hace. Es el paso para aspirar a ganar.

Actúe. Nadie lo va a hacer por usted. Deje de rumiar. La solución no está en las vueltas que da a su malestar. La solución está en ponerse las pilas y hacer lo que es incompatible con la respuesta de ansiedad: relajarse, pensar de forma útil, reír mucho y desdramatizar más, descansar, llevar una vida equilibrada, tener amigos y buenos ratos que echarse en la mochila.

Consejo: no lo razone todo. Deje de darle cien vueltas a lo que pueda suceder. La vida tiene su puntito de inconsciencia. Si quiere superarse, tiene que correr un riesgo, aunque sea pequeño, pero la vida los tiene. Nada ocurre si usted no participa. Y equivóquese. Fallar forma parte del aprendizaje. El único que puede reprocharse y censurarse es usted mismo, y debe repetirse y tener muy presente que no está obligado a hacerlo.

El que no corre ningún peligro es el que dejó de vivir por tenerlo todo bajo control. No se marchite. Apoltronarse y protegerse no es la solución a su ansiedad. Si pone estos consejos en práctica, le puedo anticipar el resultado del partido: Ansiedad, 0-Usted, 5.

El Prozac es sólo placebo

Monica López Ferrado - 27 Feb 2008 – Diario El País, España.
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Un estudio revela que los antidepresivos más populares no sirven para combatir depresiones leves y moderadas.

El Prozac, el antidepresivo ya consagrado como símbolo del siglo XXI con 40 millones de consumidores en todo el mundo, vuelve a ser cuestionado. Según los resultados de un metanálisis que publica PLoS Medicine, la fluoxetina, el principio activo de la llamada "pastilla de la felicidad", tiene el mismo efecto que tomar pastillas hechas con azúcar, es decir placebo, cuando se trata de personas que sufren depresión leve y moderada.

Lo mismo ocurre con los otros dos antidepresivos más vendidos, la venlafaxina (Efexor) y la paroxetina (Serotax, conocida también como píldora de la timidez) El estudio concluye que tan sólo funcionan en depresiones severas.

Los investigadores basan sus resultados en un metanálisis de ensayos clínicos registrados por la Food and Drug Administration (FDA), la institución norteamericana que debe dar el visto bueno a los ensayos clínicos de las farmacéuticas para lograr la autorización de un medicamento. Irving Kirsch, investigador de la Universidad de Hull, en el Reino Unido que firma el estudio, ha declarado a The Guardian que "los resultados sugieren que la prescripción de antidepresivos debe restringirse todavía más".

Los enfermos con depresión moderada o leve podrían obtener los mismos resultados si toman placebo o antidepresivos debido a la sugestión del ensayo. Es decir, que el hecho de que profesionales de la salud les presten más atención mejora su sintomatología, explica Javier Meana, director del Banco de Cerebros de Euskadi. ¿Podría funcionar la fórmula menos Prozac y más placebo? "Si en la consulta, al paciente le dedicas tiempo, le explicas qué ocurre, le escuchas y le das una cápsula que no tiene nada también obtienes un efecto terapéutico", añade. "Sin embargo, actualmente el sistema sanitario no dispone de tiempo, es más barato recetar que dar explicaciones".

En España, los antidepresivos son el tercer grupo de medicamentos más vendidos, según datos facilitados por el Ministerio de Sanidad y Consumo del 2006. En la última década su consumo se ha triplicado, aunque la marca comercial Prozac ha disminuido sus ventas desde que se autorizó su principio activo, la fluexetina como medicamento genérico.

"No tenemos tanta gente con depresión clínica, pero los médicos los están prescribiendo ante acontecimientos adversos de la vida", afirma Javier Meana. "El estudio cuestiona nuestros instrumentos para medir la depresión y su definición. Estamos utilizándolos para mejorar nuestra resistencia al estrés, no a la depresión", afirma Jerónimo Sáiz, jefe del servicio de psiquiatría del Hospital Ramón y Cajal de Madrid.

Los psiquiatras critican la metodología del estudio publicado en PLoS. "A la estadística, si se la tortura lo suficiente, cuenta lo que uno quiere", afirma Luis F. Agüera, del servicio de psiquiatría del 12 de Octubre de Madrid.

Los estudios sobre antidepresivos con resultados negativos no llegan a difundirse ya que no se publican en las revistas científicas, según los resultados de otra investigación publicada el mes pasado en New England Journal of Medicine. Tan sólo un 51% de los estudios registrados en la FDA logran la aprobación de esta institución. Sin embargo, en la literatura médica, un 94 % de los estudios muestran resultados positivos.

Precisamente el uso del Prozac ha sido cuestionado en estudios que lo han relacionado con conductas violentas y suicidas, publicados en British Medical Journal en 2005.

Bupropion, ¿la nueva píldora de la felicidad?

Por Marta Cámara  - 8 Sep 2014 - Diario El País, España
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Sucede cada equis tiempo: un fármaco con aspiraciones emprende una campaña de márketing que deja a sus “compañeros” a la altura del betún.

El fármaco que nos ocupa se enfrenta nada más y nada menos que al todopoderoso Prozac. Y se nos presenta con una lista de indicaciones tan “sobradita” que la comunidad psiquiátrica se ha echado a temblar. “La nueva happy pill”, “la última arma para adelgazar con trampas y sin dieta”, “el único antidepresivo que no hace descender los niveles de libido”… En Estados Unidos, ya es el antidepresivo más prescrito. Así que váyase quedando con el nombre: Bupropion.

Lo primero que hay que hacer es eliminarle cualquier connotación de “nuevo”. El Bupropion fue sintetizado en el año 1969 por un laboratorio estadounidense, y se introdujo en el país en el año 1985. Su experiencia fue breve porque un año más tarde fue retirado del mercado al producirse una incidencia significativa de episodios convulsivos relacionados con su consumo. Hubo que esperar tres años para que la Administración de Alimentos y Medicamentos de EE. UU. (FDA, en sus siglas en inglés) volviera a aprobarlo –solo para uso clínico y fijando una dosis máxima de 450 mg/día–. Estos datos los recuerda la doctora Remedios Gutiérrez, psiquiatra, endocrino y miembro fundador del CEAP (Centro de Estudios y Aplicación del Psicoanálisis).

En un principio, se comercializó bajo el nombre de Anfebutamona. El prefijo “anfe” se eliminó en el año 2000, cuando se rebautizó como Bupropion. El nombre es el genérico, el principio activo. “En las farmacias se encuentra comercializado bajo muy distintas marcas: Odranal, Wellbutrin, Zyban, Budeprion, Prexaton, Elontril, Aplenzin…”, señala la doctora.

¿Su mecanismo de acción? “Químicamente es una feniletilamina. Se considera que sus acciones desinhibitorias o estimulantes probablemente estén relacionadas con su similitud estructural con moléculas psicoestimulantes potentes como la metcatinona y la metanfetamina”, explica Remedios Gutiérrez. ¿Se le ha venido la serie Breaking Bad a la cabeza? Lógico.

Pero, aunque tenga en vilo a la comunidad científica por su posible "mal uso", no se trata de una droga. Sus únicas dos indicaciones aprobadas son el tratamiento de la depresión leve y el deshabituamiento del tabaquismo. Sí, el famoso Zyntabac que en el año 2007 se convirtió en la gran esperanza para los fumadores arrepentidos contaba con una buena proporción de Bupropion entre sus activos.

Tendencias de bata verde

No existen los antidepresivos de moda. La doctora Gutiérrez se alarma cuando le preguntamos si el Bupropion es la nueva “panacea feliz”. “Por desgracia, desde la súper campaña de márketing del Prozac, el psicofármarco que tiene el dudoso honor de haber inaugurado la corriente de convertir los medicamentos psiquiátricos en objetos de modas, las tendencias también afectan a la psiquiatría”.  La doctora lo asume como algo reprobable, ética y moralmente, e incluso cruel, ya que se juega con las ilusiones de millones de personas. Ningún fármaco da la felicidad. “Un antidepresivo solo puede mejorar el estado de ánimo y ser utilizado como bastón puntual: la felicidad es algo muchísimo más complejo y, además, ¿no existen muchas personas que no están deprimidas y sin embargo tampoco son felices?”, señala.

Ambos pertenecen al grupo de antidepresivos denominados "de segunda generación". Pero su forma de actuación es distinta y cada uno forma parte de una categoría diferente. Lo resume la especialista: “El Bupropion pertenece al grupo de Inhibidores de la Recaptación de Dopamina y Noradrenalina (IRSN) mientras que la Fluoxetina [Prozac] pertenece al de Inhibidores Selectivos de la Recaptación de Serotonina (ISRS). Actúan sobre neurotrasmisores diferentes”.

Pérdida de peso. ¿Efecto secundario o ventaja adicional?

Basta leer la extensa lista de posibles efectos secundarios de cualquier antidepresivo para constatar que la pérdida de peso se encuentra en la mayoría de ellos, tipificada como anorexia o pérdida de apetito. El problema con Bupropion, como alerta la psiquiatra, es que se está vendiendo como ventaja adicional en lugar de como posible efecto secundario.

La química, en este caso, le hace un flaco favor. “El Bupropion es un derivado del dietilpropión, un anorexígeno (inhibidor del apetito) anfetamínico. Pero obviamente, al ser un derivado, sus efectos y potencia de actuación, tanto en este aspecto como en otros, son muy distintos. De hecho, la incidencia de pérdida de apetito en pacientes tratados con Bupropion se produce solo en el 18 % de los casos”, puntualiza la doctora Gutiérrez.

Hay estudios científicos independientes que lo corroboran y que han investigado largo y tendido sobre este efecto tan a menudo asociado a los antidepresivos. Y aunque el Bupropion se vinculó a un menor aumento de peso (que no pérdida) que los antidepresivos tricíclicos, no se observaron diferencias significativas entre los pacientes tratados con Bupropion, ISRS (inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina) y placebo.

El estudio más amplio fue publicado en el año 2005 por la Division of Pharmaceutical Policy and Evaluative Sciences, de la Universidad de Carolina del Norte. Establecía una comparativa sistemática y científica de los resultados de 46 estudios tanto de laboratorios farmacéuticos como de entidades científicas. Entre sus conclusiones se trata el aspecto de la pérdida de peso y afirma que, de entre todos los antidepresivos analizados, la pérdida de peso “es más frecuente con fluoxetina y fluvoxamina, aunque durante el tratamiento a largo plazo, este efecto suele desaparecer”. Sin embargo, como recuerda la psiquiatra, no cita el Bupropion en tema de disminución del apetito, “aunque sí como el que menor ratio de incidencia sobre el descenso del deseo sexual, eyaculación retardada y anorgasmia provoca”.

En todo caso, la doctora Gutiérrez zanja la cuestión señalando que un antidepresivo debe ser prescrito por su idoneidad como tratamiento para la enfermedad en cuestión, la tolerancia del paciente al mismo y su efectividad para cada caso. Nunca sobre la base de si se va a ganar o perder peso o a tener más o menos apetito sexual.

Sin embargo, el riesgo de que se convierta en el nuevo “adelgazante de moda” está ahí. El mercado negro siempre se las apaña para sortear los obstáculos de compra de los “medicamentos con receta”. Y como recuerda la especialista: “La grandísima mayoría de las veces lo que se vende son peligrosas falsificaciones que ni siquiera contienen los principios activos del fármaco original. Por otro lado, consumir un antidepresivo sin padecer depresión puede generar serios efectos adversos, entre ellos desregulaciones de la química cerebral”.

Los últimos datos arrojados por el Ministerio de Sanidad revelan que el consumo de antidepresivos se ha triplicado en España en los últimos 10 años: pasando del 5 % de consumidores del año 2005 al 15 % en 2012. Este año, la OCU ha cifrado en el 29 % el porcentaje de españoles que a lo largo de su vida han tenido que recurrir a antidepresivos o ansiolíticos. Obviamente, no hay datos oficiales de los consumidores voluntarios, que sin prescripción médica y erróneamente creen encontrar en un antidepresivo múltiples beneficios colaterales. En los años 80, con el Prozac, el fenómeno tuvo hasta nombre: efecto a mí plin. Falta por ver si el Bupropion le gana la peliaguda partida.

Mindfulness o vivir el momento presente

Por: Pilar Jericó | 09 de diciembre de 2013 | Extractado de Diario El País, España
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Es posible vivir felizmente en el aquí y el ahora. Muchas condiciones de la felicidad están disponibles. No tenemos necesidad de correr hacia el futuro para obtener más cosas, simplemente hay que ser consciente de ello
          Thich Nhat Hanh, maestro budista Zen e introductor del “Mindfulness" en Occidente.

Mindfulness o la práctica de la atención plena tiene su origen en la filosofía budista, pero carece de un componente religioso. Cuando nuestra mente está estresada o cuando nos perdemos en el pasado o en el futuro, nuestro cerebro queda entumecido y activamos la zona del prefrontal derecho, donde se albergan emociones que nos dañan. Sin embargo, cuando meditamos, comienzan a abrirse nuevos canales en nuestro prefrontal izquierdo, vivimos emociones más positivas y lo que es muy importante: contemplamos el problema pero también la solución. Así lo están demostrando universidades estadounidenses de prestigio como el MIT o Harvard, que llevan más de 30 años investigando y recomendando su práctica para tener una vida más plena. Por ello, como sostiene Thich Nhat Hanh, residir en el momento presente constituye el único camino verdadero para encontrar la paz en uno mismo y en el mundo.

La meditación cuesta mucho en Occidente. A pesar de sus beneficios, no se nos enseña y la cantidad de estímulos internos y externos nos dificulta enormemente nuestra capacidad para estar en el aquí y en el ahora. Se comprueba muy bien en nuestro día a día: en las reuniones con amigos o familia o cuando vamos paseando por la calle. Prestamos atención al móvil, a nuestros problemas muchos imaginarios o a mil y una cosas, pero descuidamos lo que nos está ocurriendo en el momento presente. De hecho, nuestra mente suele estar en cualquier lugar menos en el aquí y ahora, enfrascada en cualquier disputa. Pues bien, el objetivo del mindfulness es reconciliarnos con nosotros mismos y crear paz en cada aspecto de nuestra vida cotidiana. No es necesario hacer una profunda relajación, tumbados en el suelo o sentados. Se puede meditar caminando, sincronizando cada paso con la respiración o en un atasco de tráfico. Es una herramienta que se aprende y se practica para generar energía de plena conciencia. Ayuda a registrar lo que está ocurriendo aquí y ahora, y a estar en nuestro cuerpo en cada momento (sin juicio, sin carga emocional). Y el motivo ya lo hemos dicho: gran parte de las dolencias que padecemos tienen un origen emocional o de descontrol de nuestra mente, que crea mundos imaginarios casi siempre destructivos. Si estamos completamente establecidos en el presente, como nos invita  Thich Nhat Hanh, “no tenemos que correr tras caprichos como el poder, la fama u otros placeres. La paz es posible. La felicidad es posible. Y la práctica es lo suficientemente simple como para que cualquiera pueda ejercitarla”.

¿Cómo llevarlo a cabo? Algunas universidades ofrecen claves, pero todo comienza con prestar atención a nuestra respiración, observar qué está ocurriendo en mi mente sin elaborar juicios ni engancharme a los pensamientos. En la vida cotidiana, podemos incorporar prácticas encaminadas a desarrollar la atención consciente. Por ejemplo, cuando suena el móvil, esperar tres sonidos para centrarme y coger la llamada. No actuar con el automático. Simplemente, ser consciente. Al igual que con la comida. Antes de llevarnos un bocado a la boca, dedicar tiempo para ser consciente de ello y poder disfrutarlos. Cuando se hace así, los alimentos tienen un mayor sabor.

Como buena técnica, requiere de un hábito. Entrenar la mente para contemplar lo que nos rodea y no quedarse atrapada en futuribles, no deja de requerir tiempo, esfuerzo y un maestro, que nos asesore. Por ello, existen centros que ayudan a dicha práctica o herramientas que podemos hacer en nuestro día a día. En España, además, tendremos la oportunidad de conocer al maestro Zen Thich Nhat Hanh, que nos visitará desde el 27 de abril al 10 de mayo del 2014, para meditar junto a los practicantes y ofrecer charlas públicas en Madrid y Barcelona (información del itinerario y programa en www.tnhspain.org).

Fórmula: 

La felicidad está en el momento presente si entrenamos nuestra mente para ser conscientes del aquí y el ahora.

Recetas:
  • La mejor alternativa para aprender mindfulness, así como aprender a meditar, es contar con un buen maestro. En este momento, existen muchas escuelas de meditación en Occidente, por lo que conviene asegurarse de que la que eliges es eficaz.
  • Comienza a tomar conciencia de la respiración. Dedica tiempo diariamente a poner atención a cómo respiras, cómo entra el aire, cómo desciendes… Lo más importante es la frecuencia, por lo que si solo puedes cinco minutos al día, es mejor que una hora cada dos semanas.
  • Dedica al día un ejercicio de conciencia plena. Por ejemplo, a la hora de comer, presta atención a cada al alimento o si estás con una persona, pon toda la atención a él o a ella, sin irte en otro tipo de pensamientos.


jueves, 29 de enero de 2015

Los tipos de antidepresivos y sus efectos secundarios

Por Melinda Smith, MA, y Jeanne Segal, Ph.D. - Última actualización: Noviembre de 2014. - Tomado de Helpguide.com 

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                                                 Traducido del inglés por Juan Carlos Alonso




Importante

Esta información no pretende ser un sustituto del asesoramiento médico.
Si usted está tomando un antidepresivo, ¡no cambie su dosis sin consultar a su médico!

ISRS, Antidepresivos atípicos, Antidepresivos tricíclicos y los IMAO


Hay muchos tipos diferentes de medicamentos utilizados en el tratamiento de la depresión, incluyendo los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS), los antidepresivos atípicos, antidepresivos tricíclicos (ATC) y los inhibidores de monoaminooxidasa (IMAO).
Los efectos secundarios son comunes en todos los antidepresivos, y para muchas personas estos efectos son suficientemente graves para que dejaran de tomar el medicamento.


1. ISRS (Inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina)

Los ISRS (inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina) son la clase más comúnmente prescrita de antidepresivos. Actúan sobre una sustancia química en el cerebro llamada serotonina. Los ISRS incluyen fármacos como Prozac, Zoloft, y Paxil.
Los ISRS se prefieren sobre las clases anteriores de antidepresivos como los antidepresivos tricíclicos y los IMAO, debido a que sus efectos adversos son menos severos.
Al igual que todos los antidepresivos, los ISRS puede causar un incremento de pensamientos y conductas suicidas. También tienen un riesgo de aumento de hostilidad, agitación y ansiedad. En los adultos mayores de 65 años, los ISRS aumentan el riesgo de caídas, fracturas y pérdida de masa ósea.
También puede causar síntomas de abstinencia graves si se deja de tomarlos en forma abrupta.

Los efectos secundarios comunes de los ISRS incluyen:

  • Náusea
  • Insomnio
  • Mareo
  • Ganancia o pérdida de peso
  • Temblores
  • Transpiración
  • Ansiedad e inquietud
  • Disminución del deseo sexual
  • Somnolencia o fatiga
  • Sequedad en la boca
  • Diarrea o estreñimiento
  • Dolores de cabeza

ISRS nombres genéricos y de marca


2. Los antidepresivos atípicos

Hay una variedad de antidepresivos atípicos más nuevos que se dirigen a otros neurotransmisores, ya sea independiente o junto a la serotonina.
Por ejemplo, Wellbutrin bloquea la reabsorción de los neurotransmisores dopamina y norepinefrina. Por otro lado, el Trazodona, Cymbalta, Effexor y Remeron afecta tanto la norepinefrina como la serotonina (es por eso que a veces se llaman inhibidores de la recaptación de serotonina y noradrenalina, o IRSN).
Los efectos secundarios varían según el medicamento específico. Sin embargo, muchos de los antidepresivos atípicos pueden causar náuseas, fatiga, aumento de peso, somnolencia, nerviosismo, sequedad en la boca y visión borrosa.

Wellbutrin es menos probable que cause efectos secundarios sexuales que otros antidepresivos

El Bupropión, medicación atípica, también conocido por el nombre de marca Wellbutrin, tiene menos probabilidades que los ISRS de causar disfunción sexual. Se prescribe a menudo ya sea solo o además de un medicamento SSRI, cuando se producen efectos secundarios sexuales.
Wellbutrin también puede ser una buena opción si la fatiga o la somnolencia es una preocupación importante, ya que tiende a ser más energizante que otros tipos de antidepresivos.

Nombres genéricos y de marca antidepresivos atípicos


3. Los antidepresivos tricíclicos

Los tricíclicos son algunos de los antidepresivos más antiguos. Trabajan por medio de la inhibición de la recaptación de la serotonina cerebral y de la norepinefrina. También inhiben parcialmente la reabsorción de la dopamina.
Debido a que los tricíclicos tienen un amplio mecanismo de acción, tienden a causar más efectos secundarios que las otras clases de antidepresivos. Por esta razón, se suelen prescribir primero los ISRS y los antidepresivos atípicos.
Los antidepresivos tricíclicos suelen tardar alrededor de dos semanas para proporcionar alivio de los síntomas. La somnolencia es un efecto secundario muy común, especialmente en las primeras semanas después de comenzar la medicación.
Los tricíclicos provocan los síntomas de abstinencia cuando se interrumpen abruptamente. Los antidepresivos tricíclicos también pueden causar un ritmo cardíaco anormal, por lo que no se recomienda si se tiene problemas cardíacos o convulsiones.

Los efectos secundarios comunes de los antidepresivos tricíclicos son:

  • El aumento de peso
  • Pérdida del apetito sexual
  • Mareos y náuseas
  • Sequedad en la boca
  • Visión borrosa
  • Estreñimiento
  • Dificultad para orinar
  • Sensibilidad al sol
  • Aumento de la frecuencia cardíaca
  • Desorientación o confusión

Nombres genéricos y de marca tricíclicos


4. IMAO (Inhibidores de la monoamino oxidasa)

Si usted ha tomado previamente un ISRS, se debe esperar al menos cinco semanas antes de tomar un IMAO. Combinar los ISRS y los IMAO puede llevar a una condición potencialmente mortal llamada síndrome de serotonina.
Los IMAO (Inhibidores de la monoamino oxidasa) son la clase más antigua de antidepresivos. Los IMAO tienen interacciones graves con ciertos alimentos, bebidas y medicamentos. Combinar los inhibidores de la MAO con alimentos o bebidas que contengan tiramina puede resultar en una presión arterial peligrosamente alta, que puede conducir a un derrame cerebral o un ataque al corazón. Debido a este peligro, los IMAO no se eligen generalmente como un tratamiento para la depresión de primera línea.
Si su médico le receta un IMAO, se tendrá que vigilar cuidadosamente lo que come y los medicamentos que toma. Los productos que están restringidos incluyen quesos, chocolate, vino y cerveza.

Los efectos secundarios comunes de los IMAO incluyen:

  • Mareo
  • Insomnio
  • El aumento de peso
  • Los dolores de cabeza
  • Los problemas sexuales
  • La somnolencia diurna

IMAO nombres genéricos y de marca

    sábado, 24 de enero de 2015

    10 mitos sobre la depresión que tenemos que dejar de creer

    Por Allena Hall - Marzo de 2014. - Tomado de El Huffington Post

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                                                     Traducido del inglés por Juan Carlos Alonso

    A continuación encontrarán 10 mitos y conceptos erróneos sobre la depresión que nos impiden entender la enfermedad en su totalidad.

    1. La depresión es lo mismo que la tristeza

    Si bien una abrumadora sensación de tristeza a menudo se considera como un síntoma de depresión, no son sinónimos. La tristeza es pasajera y temporal,  es desencadenada por experiencias difíciles en la vida y recuerdos importantes, pero va y viene; no es constante. La depresión, por otro lado, es una condición crónica. La profunda tristeza que sienten las personas deprimidas no se desvanece por sí sola, y está lejos de ser la única emoción negativa que experimentan. Las personas con depresión pueden sentirse vacías, apáticas, ansiosas y tensas de forma que hacen que vean su vida diaria como algo increíblemente difícil y doloroso.

    2. Es un signo de debilidad mental

    Este estigma es una de las principales razones por la que tantas personas eligen sufrir en silencio antes que buscar la ayuda que necesitan. Sin embargo, nadie elige tener depresión. Es un complejo trastorno mental que afecta biológica, psicológica y socialmente a las personas, sin discriminación alguna. En todo caso, existe una gran capacidad de recuperación en las personas que a pesar de sentirse realmente debilitadas por esta condición, hacen un esfuerzo por trabajarlo día a día.

    3. Siempre se produce por eventos traumáticos

    Si bien ciertas circunstancias pueden (y a menudo lo hacen) desencadenar episodios depresivos, los hechos mismos no son toda la causa de la depresión de una persona. La pérdida de un ser querido, el divorcio y otras experiencias fuertes en la vida dejarán a cualquier persona emocionalmente sensible, algún sentimiento de tristeza, remordimiento, soledad o vacío, posiblemente por un período prolongado de tiempo. Sin embargo, para aquellas personas que realmente están deprimidas, esos síntomas duran más de dos semanas y con frecuencia se repiten. Ese es uno de los principales síntomas que un médico busca en un diagnóstico de depresión.

    4. No es una enfermedad de verdad

    Aunque sus síntomas pueden ser difíciles de reconocer y no cuentan con un tratamiento único, la depresión es una condición médica grave. Según la Clínica Mayo, las personas con depresión tienen en realidad diferencias físicas en su cerebro, además de desequilibrios de neurotransmisores y hormonas que determinan su condición, por no mencionar su gravedad. La depresión, al igual que muchas enfermedades, afecta a una persona en todas las áreas de su vida, desde sus estados de ánimo a sus pensamientos y su existencia física. Rotular esta condición como sólo un problema de personalidad menosprecia la manera en que se sienten las personas con depresión y las disuade de buscar tratamiento.

    5. Todo está en tu mente

    Los síntomas emocionales a menudo son considerados como las principales características asociadas a la depresión, pero no son las únicas. Muchas personas con depresión sienten la enfermedad en todo su cuerpo. Según el National Institute of Mental Health, la depresión puede manifestarse como fatiga, insomnio, cambios inusuales en el apetito, dolores musculares crónicos y dolores en el pecho. Al fomentar la idea de que la depresión es sólo algo mental, pasamos por alto señales físicas que también llevan a diagnosticar esta grave condición.

    6. Un verdadero hombre no se deprime

    El hecho de que las mujeres sean dos veces más propensas a desarrollar depresión no significa que los hombres deban sufrir en silencio. De hecho, hombres de mediana edad han experimentado el mayor incremento en el número de suicidios cada año, y la mayoría de ellos pueden estar asociados a la depresión. Los hombres a menudo expresan la depresión de manera diferente a las mujeres, lo que hace que la depresión entre los hombres sea más difícil de distinguir. El miedo a parecer menos masculino, fuerte y estable,  provoca que los hombres se sientan menos capaces de hablar y recibir la ayuda que necesitan. Esto hace que la depresión sea aún más peligrosa en los hombres, ya que evitan el tratamiento, tienden a complicar su condición con el abuso de sustancias y son mucho más mortales los intentos de suicidio, debido a que permiten que su condición empeore hasta llegar a ese punto.

    7. Si tus padres sufrieron de depresión, tú también lo harás

    Es verdad que una predisposición genética a la depresión puede aumentar la probabilidad de desarrollar la enfermedad en una persona, sin embargo, ese riesgo es relativamente pequeño; sólo del 10 a 15 por ciento. Investigaciones anteriores sugerían que la depresión era mucho más hereditaria, pero estudios más recientes han puesto en duda esa afirmación. Las personas con antecedentes familiares de depresión pueden ser más conscientes de ciertos síntomas, pero cualquier persona que presente síntomas de depresión debe expresar sus preocupaciones a un profesional médico.

    8. Los antidepresivos son la solución para sentirse mejor

    Debido a que la depresión se manifiesta de manera diferente en cada persona, no es el tipo de enfermedad que se arregla con una pastilla. Los antidepresivos son un tratamiento común prescrito por los médicos, pero no son la única opción; muchas personas que sufren de depresión optan para la psicoterapia o una combinación de métodos para tratar sus síntomas. De hecho, muchos médicos consideran que el uso tanto de medicamentos como de terapia, la forma más eficaz de ayudar a alguien que sufre de depresión. Los que optan por la medicación normalmente no experimentan mejorías durante al menos seis semanas, mientras el organismo se acostumbra. Muchas personas también tienen que intentar varios  métodos antes de encontrar el que les sirva.

    9. Deberás estar medicado el resto de tu vida

    Los tratamientos para la depresión están totalmente adaptados a los síntomas que presenta la persona. Algunos usan medicamentos como apoyo durante un corto plazo, otros optan por usarlos como régimen constante en el transcurso de sus vidas, y otros más prefieren no usar medicamentos. Existen varias formas de psicoterapia que pueden ofrecer un tratamiento eficaz: se estima que un 40 por ciento de las personas tratan su depresión de esta manera y esto les funciona incluso mejor que la medicación. Los médicos experimentados pasan por todas las opciones de tratamiento con sus pacientes para asegurarse de que están recibiendo la atención que necesitan y que se sientan cómodos con la opción elegida.

    10. Hablar de la enfermedad sólo la empeora

    Debido a que hemos tratado el tema de la depresión con guantes de seda durante tanto tiempo, la gente se siente instintivamente incómoda al hablar del tema al comienzo. Pero no podemos hacer caso omiso y esperar que se ellos curen por sí solos. Al abandonar el estigma asociado con la enfermedad y ser receptivos a aquellos que están preocupados por su bienestar o el de un ser querido, podemos iniciar la conversación de forma proactiva y útil, sin reforzar sentimientos negativos o destructivos. De esta manera, más personas van a expresar cómo se sienten antes de que los sentimientos se vuelvan más graves y negativos, e incluso mortales,  y comenzarán a buscar el apoyo que realmente necesitan.


    jueves, 22 de enero de 2015

    Ayudar a una persona deprimida

    Por Melinda Smith, MA, Suzanne Barston, y Jeanne Segal, Ph.D. - Última actualización: Noviembre de 2014. - Tomado de Helpguide.com 

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                                                     Traducido del inglés por Juan Carlos Alonso


    Ayudar a una persona deprimida

    Cuando un miembro de la familia o amigo sufre de depresión, su apoyo y aliento pueden jugar un papel importante en su recuperación. Sin embargo, la depresión también lo puede desgastar si descuida sus propias necesidades. Estas pautas pueden ayudarle a apoyar a una persona deprimida, manteniendo su propio equilibrio emocional.

    Cómo ayudar a un amigo o familiar deprimido

    La depresión es un trastorno serio pero tratable que afecta a millones de personas, desde jóvenes a viejos y de todos los ámbitos de la vida. Se interpone en la vida diaria, provocando un tremendo dolor, perjudicando no sólo a aquellos que la sufren, sino que también afecta a todos a su alrededor.

    Si alguien que usted ama está deprimido, puede experimentar un sinnúmero de emociones difíciles, incluyendo impotencia, frustración, ira, miedo, culpa y tristeza. Estos sentimientos son normales. No es fácil lidiar con la depresión de un amigo o miembro de la familia. Y si usted mismo no se cuida, puede llegar a ser algo abrumador.

    Dicho esto, hay algunos pasos que puede tomar para ayudar a su ser querido. Empiece por aprender acerca de la depresión y la forma de hablar de ella con su amigo o miembro de la familia. Pero al hacerlo, no se olvide de cuidar su propia salud emocional. Pensando en sus propias necesidades no es un acto de egoísmo, es una necesidad. Su fuerza emocional le permitirá proporcionar el apoyo permanente a las necesidades del amigo o familiar en depresión.

    Comprendiendo la depresión en un amigo o miembro de la familia:
    • La depresión es una enfermedad grave. No hay que subestimar la gravedad de la depresión. La depresión drena la energía de una persona, el optimismo y la motivación. Su deprimido ser querido no puede simplemente "salir de ella" por sólo fuerza de voluntad.
    • Los síntomas de la depresión no son personales. La depresión hace que sea difícil para una persona conectarse en un nivel emocional profundo con nadie, incluso con la gente que él o ella más ama. Además, las personas deprimidas a menudo dicen cosas hirientes y arremeten con ira. Recuerde que es la depresión la que está hablando, no su ser querido, así que trate de no tomarlo como algo personal.
    • Ocultar el problema no hará que desaparezca. No sea un facilitador. No se ayuda a una persona si usted está dando excusas, encubriendo el problema, o mintiendo al amigo o miembro de la familia deprimido. De hecho, esto puede evitar que la persona deprimida busque tratamiento.
    • Usted no puede "arreglar" la depresión de otra persona. No intente rescatar a su ser querido de la depresión. No le corresponde a usted solucionar el problema, ni tampoco lo puede hacer. Usted no es el culpable de la depresión de su ser querido ni el responsable de su felicidad (o falta de ella). En última instancia, la recuperación está en las manos de la persona deprimida.

    ¿Está deprimido mi amigo o miembro de la familia?

    Los familiares y amigos son a menudo la primera línea de defensa en la lucha contra la depresión. Es por eso que es importante entender los signos y síntomas de la depresión. Usted puede notar el problema en un ser querido deprimido antes de que él o ella lo haga, y su influencia e interés puede motivar a la persona a buscar ayuda.

    Preocúpese si su ser querido ...
    • Parece no darle importancia a nada.
    • Está inusualmente triste, irritable, variable, criticón, o de mal humor.
    • Ha perdido interés en el trabajo, el sexo, los pasatiempos y otras actividades placenteras.
    • Habla de sentirse "indefenso" o "sin esperanza".
    • Expresa una perspectiva triste o negativa de la vida.
    • Se queja frecuentemente de dolores y molestias como dolores de cabeza, problemas de estómago y dolor de espalda.
    • Se queja de sentirse cansado y agotado todo el tiempo.
    • Se ha alejado de sus amigos, familiares y otras actividades sociales.
    • Duerme menos de lo normal o anda siempre adormilado.
    • Come más o menos que lo habitual, y ha ganado o perdido peso recientemente.
    • Se ha vuelto indeciso, olvidadizo, desorganizado, y "fuera de sí."
    • Bebe más o abusa de las drogas, incluyendo pastillas para dormir con receta y analgésicos.
    Cómo hablar con un ser querido sobre la depresión

    A veces es difícil saber qué decir cuando se habla a un ser querido acerca de la depresión. Puede temer que si saca a relucir sus preocupaciones, él o ella se enoje, se sienta insultado o ignore sus preocupaciones. Puede estar inseguro de qué preguntas hacer o cómo servir de apoyo.

    Si usted no sabe por dónde empezar, las siguientes sugerencias lo pueden ayudar. Pero recuerde que ser un oyente compasivo es mucho más importante que dar consejos. No tiene que tratar de "arreglar" a la persona; sólo tiene que ser un buen escucha. A menudo, el simple hecho de hablar con alguien cara a cara puede ser una gran ayuda para una persona que sufre de depresión. Anime a la persona deprimida a hablar de sus sentimientos, y esté dispuesto a escuchar sin juzgar.

    No espere que una sola conversación sea el final de todo. Las personas deprimidas tienden a retirarse de los demás y a aislarse. Es posible que necesite expresar su preocupación y su deseo de escuchar, una y otra vez. Sea amable, pero persistente.

    Posibilidades de iniciar la conversación:
    • Me he sentido preocupado por ti últimamente.
    • Recientemente, he notado algunos cambios en ti y me preguntó cómo te encuentras.
    • Quería consultar contigo porque me has parecido bastante decaído últimamente.
    Preguntas que puede hacer:
    • ¿Cuándo comenzaste a sentirte así?
    • ¿Pasó algo que hiciera que te comenzaras a sentir de esta manera?
    • ¿Cómo puedo ayudarte más en este momento?
    • ¿Has pensado en buscar ayuda?
    Recuerde, ser solidario consiste en ofrecer aliento y esperanza. Muy a menudo, se trata de hablar con la persona en un lenguaje que él o ella va a entender y responder en un marco de mente deprimida.

    Lo que usted puede decir como ayuda:
    • No estás solo en esto. Yo estoy aquí para apoyarte.
    • No puedes creerlo ahora, pero la forma en que te sientes cambiará.
    • Puede que yo no sea capaz de entender exactamente cómo te sientes, pero me preocupo por ti y te quiero ayudar.
    • Cuando sientas que estás en el límite, dí a ti mismo que vas a mantenerte durante un sólo día más, una hora más, un minuto más, lo máximo que puedas soportar.
    • Tú eres importante para mí. Tu vida es importante para mí.
    • Dime qué puedo hacer ahora para ayudarte.
    Evite decir:
    • Todo está en tu cabeza.
    • Todos pasamos por momentos como estos.
    • Mira el lado bueno de las cosas.
    • Tienes mucho por qué vivir, ¿por qué quieres morir?
    • Yo no puedo hacer nada para ayudarte.
    • Sólo tienes que salir de la depresión.
    • ¿Qué sucede contigo?
    • ¿No deberías estar mejor ahora?
          Adaptado de: Alianza para el Apoyo de la Depresión y el Trastorno Bipolar 

    Cuidar de usted mismo al tiempo que ayuda a una persona deprimida

    Hay un impulso natural a querer solucionar los problemas de las personas que amamos, pero no se puede controlar la depresión de un ser querido. Puede, sin embargo, controlar lo bien que se cuide. Es tan importante que usted permanezca saludable como lo es para la persona deprimida recibir tratamiento, por lo que debe hacer de su propio bienestar una prioridad.

    Recuerde el consejo que dan las azafatas en las aerolíneas: pongan sus propias máscaras de oxígeno antes de ayudar a cualquier otra persona. En otras palabras, asegúrese de que su propia salud y felicidad sean sólidas antes de tratar de ayudar a alguien que está deprimido. Usted no va a lograr nada con su amigo o miembro de la familia si se derrumba bajo la presión de tratar de ayudarlo. Cuando sus propias necesidades sean atendidas, usted tendrá la energía necesaria para dar una mano.

    Tips para cuidar de sí mismo

    Piense en estos momentos tan difíciles como si se tratara de una maratón; necesita apoyo adicional para seguir adelante. Las siguientes ideas le ayudarán a mantener su fuerza mientras apoya a su ser querido a través del tratamiento de depresión y recuperación.
    • Hable por sí mismo. Usted puede dudar si hablar cuando la persona deprimida, le molesta o le decepciona. Sin embargo, la comunicación honesta ayudará realmente a la relación a largo plazo. Si usted está sufriendo en silencio y deja acumular el resentimiento, su ser querido va a recoger estas emociones negativas y a sentirse aún peor. Hable con tacto acerca de cómo se siente antes de que las emociones reprimidas le hagan muy difícil comunicarse con delicadeza.
    • Establezca límites. Por supuesto que usted quiere ayudar, pero sólo lo puede hacer hasta cierto punto. Su propia salud sufrirá si deja que su vida sea controlada por la depresión de su ser querido. No puede ser un vigilante durante todo el día, sin tener que pagar un precio psicológico. Para evitar el desgaste y el resentimiento, establezca límites claros sobre lo que está dispuesto a hacer y lo que es capaz de hacer. Usted no es el terapeuta de su ser querido, por lo que no puede abrogarse esa responsabilidad.
    • Permanezca encaminado con su propia vida. Si bien algunos cambios en su rutina diaria pueden ser inevitables mientras cuida a su amigo o familiar, haga su mejor esfuerzo para cumplir con las citas y planes con sus amigos. Si su ser querido está deprimido no puede ir a la excursión o viaje que habían planeado; pídale a un amigo que lo acompañe en su lugar.
    • Busque apoyo. Usted NO está traicionando al familiar o amigo deprimido al buscar otras personas para que ayuden. Unirse a un grupo de apoyo, hablar con un consejero o sacerdote, o confiar en un amigo cercano le ayudará a superar este difícil momento. No es necesario entrar en detalles acerca de la depresión de su ser querido o traicionarlo con confidencias; por el contrario, céntrese en sus emociones y en lo que está sintiendo. Asegúrese de que puede ser totalmente honesto con la persona que escoja - ¡que no vaya a juzgar sus emociones!
    Motive a la persona deprimida para que acepte ayuda

    Vencer la batalla contra la depresión, día a día

    No se puede superar la depresión a través de sólo fuerza de voluntad, pero usted tiene cierto control, incluso si su depresión es severa y obstinadamente persistente. La clave para la recuperación de la depresión es comenzar con unas cuantas metas pequeñas y construir poco a poco a partir de ahí. Sentirse mejor toma tiempo, pero se puede llegar si toma decisiones positivas cada día y aprovecha el apoyo de los demás. 

    Puesto que usted no puede controlar la recuperación de otra persona de la depresión, puede por lo menos empezar por motivarla para que la persona deprimida busque ayuda. Conseguir que una persona deprimida comience un tratamiento puede ser difícil. La depresión quita energía y motivación, por lo que incluso el acto de acordar una cita o encontrar un médico, puede parecer desalentador. La depresión también implica maneras negativas de pensar. La persona deprimida puede creer que la situación es desesperada y el tratamiento inútil.

    Debido a estos obstáculos, conseguir que su ser querido admita el problema y ayudarlo a ver que la depresión se puede resolver, es un paso esencial en la recuperación de la enfermedad.

    Si su amigo o miembro de la familia se resiste a buscar ayuda para la depresión:
    • Sugiera un chequeo general con un médico. Su ser querido puede estar menos ansioso al ir a ver a un médico de la familia que a un profesional de salud mental. La visita de un médico de cabecera es en realidad una gran opción, ya que el médico puede descartar causas físicas de la depresión. Si el médico diagnostica la depresión, él mismo puede remitir a su ser querido a un psiquiatra o psicólogo. A veces, esta opinión "profesional" hace toda la diferencia.
    • Ofrezca ayudar a su ser querido deprimido a encontrar un médico o terapeuta y vaya con él a la primera visita. Encontrar a quien suministre el tratamiento adecuado puede ser difícil, y a menudo es un proceso de ensayo y error. Para una persona deprimida, ya baja de energía, es una gran ayuda que alguien le apoye en hacer llamadas y buscar diferentes opciones.
    • Anime a la persona a hacer una lista exhaustiva de síntomas y dolencias para discutir con el médico. Usted puede incluso llevar las cosas que ha notado como observador externo. Por ejemplo, "Creo que te sientes mucho peor en las mañanas", o "Siempre te da dolor de estómago antes de trabajar."
    Apoyar el tratamiento de depresión del ser querido 

    Una de las cosas más importantes que puede hacer para ayudar a un amigo o familiar con depresión es darle su amor y apoyo incondicional durante todo el proceso del tratamiento. Esto implica ser compasivo y paciente, que no siempre es fácil cuando se trata del negativismo, la hostilidad y el mal humor, que van de la mano con la depresión.
    • Proporcione toda la ayuda que la persona necesita (y esté dispuesta a aceptar). Ayude a su ser querido a cumplir y mantener las citas, las opciones de tratamiento de investigación, y permanecer al día con los tratamientos prescritos.
    • Tenga expectativas realistas. Puede ser frustrante ver la lucha de un amigo o familiar deprimido, sobre todo si el progreso es lento o se estanca. Es importante tener paciencia . Incluso con un tratamiento óptimo, la recuperación de la depresión no sucede de la noche a la mañana.
    • Predicar con el ejemplo. Anime a su amigo o familiar a llevar un estilo de vida más sano que suba el ánimo, haciéndolo usted mismo: mantenga una actitud positiva, coma mejor, evite el alcohol y las drogas, haga ejercicio, y apóyese en otros para mantenerlo.
    • Fomente la actividad. Invite a su ser querido a que lo acompañe en actividades edificantes, como ir a ver una película divertida o cenar en un restaurante favorito. El ejercicio es especialmente útil, así que trate de lograr que su ser querido deprimido entre en movimiento. Ir en pasear juntos es una de las opciones más fáciles. Sea gentil y amorosamente persistente - no se desanime ni deje de proponer.
    • De una mano cuando sea posible. Al parecer, las pequeñas tareas pueden ser difíciles de manejar por una persona deprimida. Ofrezca ayudar con las responsabilidades del hogar o las tareas, pero haga sólo lo que pueda, ¡sin agotarse a sí mismo!